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lunes, 22 de noviembre de 2010

DEL GENOMA PALEOLÍTICO AL ENTRENAMIENTO ATLÉTICO



Muchas veces nos encontramos con que la prescripción de actividad física para la salud (Fitness)es contrapuesta con la preparación física o entrenamiento con fines deportivos. Esta contraposición necesariamente nace del desconocimiento, ya que lo que se busca al entrenar un atleta es, justamente, mantenerlo lo más sano y eficiente dentro del alto nivel de exigencias que representa la competencia deportiva, alejándolo en lo posible de las lesiones y desequilibrios que la propia disciplina deportiva genera.
En otras palabras, la preparación física deportiva apunta a mejorar el rendimiento del deportista para su especialidad y neutralizar el impacto negativo que produce sobre el organismo. El Fitness, por su parte, pretende compensar los males provocados por el estilo de vida sedentario que caracterizan a la población hoy.

Tales males son el resultado de someter a la inmovilidad casi absoluta un organismo diseñado evolutivamente para realizar grandes esfuerzos diarios (genoma paleolítico), que en su momento eran imprescindibles para la supervivencia. Los animales (la especie humana incluida) se rigen por una ley universal de “eficiencia de subsistencia”, que establece que cierta cantidad de kilocalorías en alimentos se puede obtener con determinado esfuerzo físico.

Durante gran parte del período evolutivo, el animal humano ha seguido esta regla, manteniendo un equilibrio balanceado entre gasto muscular/energético y aprovisionamiento de alimentos. Sin embargo, el desarrollo económico y la industrialización alteraron esta relación, al punto en que hoy una persona puede obtener grandes cantidades de kilocalorías sin el más mínimo esfuerzo.
Además, los alimentos procesados artificialmente se han vuelto mucho más ricos en calorías que los obtenidos directamente de la naturaleza.
Como consecuencia de esto nació en la población la necesidad de realizar ejercicios físicos de manera sistemática para saldar la deuda energética/muscular contraída.

Por otro lado, se ha revertido la tradicional visión de la medicina que consideraba al sedentarismo como la condición basal del organismo, pasando a sostener hoy en día, que la condición basal es la del organismo entrenado, a pesar que la mayoría de los médicos desconozcan esto. De hecho, el organismo de un atleta es el que cumple con las condiciones en las que existe un funcionamiento pleno de los sistemas enzimáticos y transportadores. Esto no es otra cosa que la prueba de la adaptación biológica al esfuerzo, algo que fue largamente estudiado por Hans Seyle quien diseñó un modelo que describe la respuesta de los organismos vivos a las diferentes fuentes de estrés, al que llamó síndrome de adaptación general (SAG). Según este modelo existe un estrés positivo que genera beneficios y crecimiento, y un estrés negativo que produce daño y enfermedad.

El entrenamiento debe ser planificado para generar un estrés positivo sobre el organismo que lleve hacia mejoras progresivas en el rendimiento. Es por esto que en el entrenamiento atlético en general y en el alto rendimiento en especial, se encuentran los mejores recursos para lograr que un organismo se desempeñe eficientemente, aún en condiciones de extrema exigencia orgánico/funcional.

Entonces, ¿por qué no aplicar estos mismos recursos a individuos sedentarios, previendo su adecuada dosificación?, ¿cuáles serías los riesgos o impedimentos?.
La industria del Fitness insiste en ofrecer alternativas que son “sedentarismo en movimiento”, con la excusa de acercar a la actividad física a personas que de otra manera no lo harían. No debe extrañar, entonces, que muchas de estas alternativas no generen las adaptaciones y modificaciones mínimas necesarias que mencionamos antes, sin embargo resultan atractivas para individuos que no están dispuestos a salir de la “zona de confort” que su inmovilidad les genera y que terminan priorizando el entretenimiento por sobre los resultados.

Volviendo al inicio, el deporte y el sedentarismo no proveen salud, ésta llegará de la mano de un acondicionamiento físico adecuado que puede tener en ambos casos las mismas raíces, métodos, medios y sistemas, aunque los fines sean aparentemente diferentes.
Entonces, un programa integral tendiente al acondicionamiento físico para la salud y superar eventuales contingencias de la vida cotidiana, debería contemplar los siguientes ítems:

_ Basar la ingesta  en alimentos naturales, carnes, vegetales, frutas secas, semillas, algunas frutas, pocos almidones y nada de azúcar. Consumir solo la cantidad necesaria para proveerse de energía para la actividad física y las tareas cotidianas.
_ La base del acondicionamiento físico debe estar en el entrenamiento de la fuerza, utilizando los ejercicios tradicionales y más eficientes como las sentadillas, peso muerto y presses. De ser posible incluir movimientos del levantamiento olímpico de pesas, como las cargadas (clean), 2do tiempo (jerk) y arranque (snatch). Siempre haciendo incapié en la corrección técnica antes de pretender progresar en los pesos. Incluir elementos básicos de la gimnasia, las dominadas, fondos en paralelas, trepadas a la soga y saltos. Correr, nadar, pedalear y/o remar de manera intensa y veloz.
_ Idealmente entrenar 5 o 6 veces por semana, con sesiones breves pero intensas. El acondicionamiento cardiovascular es más eficiente si combinamos algunos de los ejercicios descriptos en el ítem anterior en forma de circuitos, siguiendo los patrones de los diferentes tipos de entrenamiento intervalado, por sobre los entrenamientos de baja intensidad y larga duración.
_ Dedicar los últimos minutos de la sesión de entrenamiento al estiramiento de los principales grupos musculares. Los estiramientos se pueden repetir varias veces en el día, pero antes de un entrenamiento de fuerza no estirar profundamente para evitar los procesos inhibitorios de la contracción muscular.
                                                                                   
                                                         Ariel Couceiro González
                                                              Prof. Nac. de E.F.
                                                               Psicólogo Social
                                                    ariel.corposao@hotmail.com

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